ARCANOS MAYORES DEL TAROT

Los 22 Arcanos simbolizan, en síntesis:

I. El Mago — Simboliza la Voluntad.
II. La Sacerdotisa — La ciencia que debe guiar a la Voluntad.
III. La Emperatriz — La acción que debe manifestar la Voluntad unida a la Ciencia.
IV. El Emperador — La obra acabada.
V. El Hierofante — La inspiración que el hombre recibe de los poderes ocultos.
VI. Los dos Caminos — La prueba a la cual está sometida la Voluntad frente al Bien y al Mal.
Vil. El Carro de Osiris — La Victoria, fruto de la Verdad y la Justicia. VIII. La Justicia — El Equilibrio.
IX. El Ermitaño — La Prudencia que mantiene el Equilibrio.
X. La rueda de la Fortuna — Fortuna buena o mala.
XI. El León Domado — La Fuerza que cada hombre debe conquistar mediante el desarrollo de sus facultades intelectuales y morales.
XII. El Sacrificio — Muerte violenta, expiación.
XIII. La Muerte — Transformación.
XIV. La Temperancia — Iniciativa, por la Voluntad, la Ciencia y la Acción combinadas.
XV. Tifón — La Fatalidad, lo imprevisto.
XVI. La Torre Fulminada — Catástrofe, caída, ruina.
XVII. La Estrella Resplandeciente — La Esperanza que salva mediante
la Fe. VIII. El Crepúsculo — Decepciones.
XIX. El Sol Radiante — Felicidad terrestre.
XX. El Juicio — Renovación que cambia el Mal en Bien o viceversa.
XXI. El Mundo — Recompensa del hombre que ha cumplido su misión en la tierra.
XXII. El Loco — Expiación.

Uniendo entre sí el significado de las 22 láminas, su conjunto compendia la síntesis del Magismo así;
La Voluntad humana (1), ilustrada por la Ciencia (2) y manifestada por la Acción (3), produce la Realización (4) de un Poder del cual se usa o se abusa según la buena o mala Inspiración (5) en el círculo trazado por las leyes del orden universal.
Después de haber soportado la prueba (6) impuesta por la Sabiduría Divina, entra, mediante la Victoria (7), en posesión de la obra que ha creado, constituyendo su Equilibrio (8) sobre el eje de la Prudencia (9), y domina las oscilaciones de la Fortuna (10). La Fuerza (11) del hombre santificado por el Sacrificio (12), que es la ofrenda voluntaria de uno mismo sobre el altar de la abnegación o de la expiación, triunfa de la muerte y de su divina Transformación (13), y elevándola más allá de la tumba, en las regiones de un progreso infinito, opone la realidad de una inmortal iniciativa (14) a la mentira eterna de la Fatalidad (15). El curso del tiempo se mide con ruinas, pero más allá de cada Ruina (16) se ve aparecer de nuevo la aurora de la Esperanza (17) o el crepúsculo de las Decepciones (18). El Hombre desea siempre lo que no tiene, y el Sol de la Dicha (19) se levanta para él detrás de la tumba, después de la Renovación (20) de su ser por la muerte, que le abre una esfera más alta de voluntad, de inteligencia y de acción. La Voluntad que se deja gobernar por los instintos del cuerpo, abdica su libertad y se consagra a la Expiación (21) de su error o de su falta. Contrariamente, la voluntad que se une con Dios para manifestar la Verdad y conseguir la Justicia, entra, aún en esta vida, a participar del Poder Divino sobre los seres y las cosas. Recompensa (22) eterna de los espíritus libres. ¡Jamás libro alguno expresó en sus páginas lo que este Oráculo mudo en sus 22 láminas!

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