Los que saben no hablan, los que hablan, no saben.
El Hierofante es el Gran Maestro de una sociedad secreta con la que usted ha tropezado. En la animación de este dibujo, ¿piensa unirse u oponerse a este grupo? ¿Es bueno o nocivo para la humanidad aquello en lo que están trabajando? Usted toma una decisión y el Hierofante extiende la mano y le acaricia el entrecejo. De repente, usted se siente diferente con respecto a su vida. Comprende que el Hierofante es el representante de una antigua tradición mística que ha sostenido la luz de la humanidad a lo largo de muchas épocas de penumbra y represión. Se siente ennoblecido y especial por haber sido elegido para participar en los misterios de un grupo tan importante para la historia del mundo.
El Amor de Dios es insondable. Éste es el misterio último del Hierofante.
El término «Hierofante» proviene de la palabra griega hierophantes, que significa «el que explica cosas sagradas». En la antigua Grecia era el director de ceremonias y el intérprete de las doctrinas de los misterios de Eleusis. También recibía el nombre de Mistagogo.
La función del Hierofante es interpretar y revelar secretos y doctrinas esotéricos. En la francmasonería y en otros grupos místicos, su figura representa al Creador del Mundo, el Gran Arquitecto del Universo. Es la figura del Gran Maestro/Señor de la Logia.
Antiguamente, el Hierofante simbolizaba la religión a través de la imagen del Papa. La religión es el reconocimiento del vínculo existente entre el hombre y Dios.
Hoy en día, el Hierofante no debe relacionarse con sectas o grupos religiosos dogmáticos. No es más que un intermediario (un enlace) entre las personas que buscan orientación y el Divino. Hay quienes lo llaman gurú, chamán, sumo sacerdote o santo. Está aquí para enseñarnos a crecer espiritualmente. Es el Maestro, el Iniciador.
No se confunda: el Hierofante no es Dios; por lo tanto, no lo adore como tal (guárdese de los gurús artificiosos y ególatras y de quienes buscan sustanciosos beneficios económicos). El Hierofante es, sencillamente, un ser humano. Desea que lo escuchemos y pongamos en práctica sus enseñanzas. No lo siga ciegamente, como si fuera una estrella «pop».
En la actualidad existen muchas clases de Hierofantes. Algunos hacen el bien, otros, en fin, ¡tendrá que juzgar por sí mismo! A algunos los encontrará dirigiendo leproserías o entre bastidores, con la gente sin hogar, los suicidas, los drogadictos. Algunos son auténticos Hierofantes, maestros que no se consideran a sí mismos seres extraordinarios. Hay otros, como consejeros, terapeutas y orientadores, que cumplen una labor encomiable, pero entre ellos hay quienes adoptan la figura del gurú y ofrecen la panacea a los problemas de la gente, creando de esta forma nuevos patrones de dependencia.
El Hierofante nos habla de la compasión y la caridad. La ayuda que brinda a los demás no le aporta beneficios directos. Nos imparte lecciones de constancia, lealtad, paciencia y perseverancia ante los obstáculos. Las enseñanzas del Hierofante no han variado significativamente a lo largo de los siglos o en las diferentes partes del mundo. Nos enseña a respetar la fe y las creencias de los demás. Su enseñanza más importante es: «Por sus frutos los conocerás», es decir, las acciones de una persona dicen más que sus palabras.
El Hierofante es discreto. Su lema es guardar silencio. Sus enseñanzas están ocultas, él es la energía entre bastidores. Es reservado y sólo revela sus secretos a quienes lo merecen. El Hierofante no pierde el tiempo en discusiones, no tiene nada que demostrar. Usted ha de buscarlo para poder recibirlo.
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