Cuando le damos la bienvenida al Año Nuevo, es el mejor momento para detenernos a reflexionar sobre nuestra visión personal para el año venidero.
Se nos ha dado el libre albedrío para escoger nuestra dirección en la vida. Tener un plan nos mantiene enfocados en nuestro propósito y nos ayuda a darle prioridad a lo que queremos en el año nuevo.
Muchas personas se ponen metas en sus carreras y logros financieros. Otros las establecen en las actividades relacionadas con su salud o bienestar. Algunos se ponen metas en sus logros intelectuales, mientras que otros lo hacen buscando desarrollar sus pasatiempos o habilidades.
Para quienes estamos en el sendero espiritual, este es el mejor momento para reflexionar sobre dónde nos encontramos actualmente en nuestro crecimiento espiritual y a dónde queremos llegar al final del año venidero.
Se nos ha dado el libre albedrío para escoger nuestra dirección en la vida. Tener un plan nos mantiene enfocados en nuestro propósito y nos ayuda a darle prioridad a lo que queremos en el año nuevo.
Muchas personas se ponen metas en sus carreras y logros financieros. Otros las establecen en las actividades relacionadas con su salud o bienestar. Algunos se ponen metas en sus logros intelectuales, mientras que otros lo hacen buscando desarrollar sus pasatiempos o habilidades.
Para quienes estamos en el sendero espiritual, este es el mejor momento para reflexionar sobre dónde nos encontramos actualmente en nuestro crecimiento espiritual y a dónde queremos llegar al final del año venidero.
A menudo la gente se enfoca en lo que quiere “hacer”, pero es más importante preguntarse lo que queremos “ser”. El mundo está atrapado haciendo esta o aquella actividad, pero al mirar la espiritualidad, la meta radica en llegar a “ser”.
Hacer algo, involucra actividades con el cuerpo y con la mente, pero ser algo, involucra una conexión con nuestra alma.
Nuestra alma es una parte de Dios, es un estado permanente de amor, de conciencia y de bienaventuranza. No requiere que hagamos algo. Cuando suspendemos nuestra actividad física y mental y meditamos en silencio, nos convertimos en nuestro verdadero ser o en almas. Cuando nos identificamos con el alma, nos fundimos de nuevo en Dios y entramos en un estado perpetuo de amor y bienaventuranza.
Al fijar nuestras metas para este año, podemos darnos cuenta qué tanto ya hemos avanzado en conocer nuestro ser como almas, y en fundirnos de nuevo en Dios. Si queremos acelerar nuestro progreso, podemos dedicar más tiempo este año a la meditación en la Luz y el Sonido de Dios para conectarnos con nuestro estado real de ser. La meditación nos pone en contacto con nuestra esencia espiritual, nuestro verdadero ser. La introspección nos ayuda a erradicar aquellos pensamientos, palabras y acciones que nos alejan de nuestro verdadero ser y de Dios.
El servicio desinteresado en momentos en los cuales vaciamos nuestro ego y mantenemos nuestra atención en Dios mientras ayudamos a otros sin obtener ningún premio ni ganancia para nosotros.
Al establecer las metas para nuestra mente y nuestro cuerpo en el año venidero, establezcamos también las metas para nuestro progreso espiritual. Podemos trazar un rumbo para este año que incluya más tiempo para la meditación y las prácticas espirituales. De esta manera, podemos acelerar el proceso de reunir nuestra alma con Dios.
Nuestra alma es una parte de Dios, es un estado permanente de amor, de conciencia y de bienaventuranza. No requiere que hagamos algo. Cuando suspendemos nuestra actividad física y mental y meditamos en silencio, nos convertimos en nuestro verdadero ser o en almas. Cuando nos identificamos con el alma, nos fundimos de nuevo en Dios y entramos en un estado perpetuo de amor y bienaventuranza.
Al fijar nuestras metas para este año, podemos darnos cuenta qué tanto ya hemos avanzado en conocer nuestro ser como almas, y en fundirnos de nuevo en Dios. Si queremos acelerar nuestro progreso, podemos dedicar más tiempo este año a la meditación en la Luz y el Sonido de Dios para conectarnos con nuestro estado real de ser. La meditación nos pone en contacto con nuestra esencia espiritual, nuestro verdadero ser. La introspección nos ayuda a erradicar aquellos pensamientos, palabras y acciones que nos alejan de nuestro verdadero ser y de Dios.
El servicio desinteresado en momentos en los cuales vaciamos nuestro ego y mantenemos nuestra atención en Dios mientras ayudamos a otros sin obtener ningún premio ni ganancia para nosotros.
Al establecer las metas para nuestra mente y nuestro cuerpo en el año venidero, establezcamos también las metas para nuestro progreso espiritual. Podemos trazar un rumbo para este año que incluya más tiempo para la meditación y las prácticas espirituales. De esta manera, podemos acelerar el proceso de reunir nuestra alma con Dios.
Tarot Los Arcanos
Tarot Gratis «Los Arcanos» (Feed)